Conocido antiguamente por ser el compañero de policías y militares, hoy es uno de los grandes protagonistas de las peligrosas modas que han inundado el mundo del perro. Es verdad que es un perro increíble, capaz de realizar verdaderos prodigios físicos y con una inteligencia sorprendente. Pero por desgracia, cada vez que la moda toca con sus garras una raza de perros, genera miles de desgraciados e incomprendidos ejemplares que probablemente acabarán abandonados. El Malinois puede ser el mejor de los compañeros, pero también la peor pesadilla de tu familia. Por qué? Pues porque sobre todas las cosas, un «Mali» ES UN PERRO DE TRABAJO. Y eso no quiere decir que le tengas que tirar la pelotita más rato, o que pienses que le vas a llevar los domingos al Pagasarri. Estamos hablando de un perro que necesita pensar, esforzarse, integrarse en equipo con su dueño y superar metas, tener normas lógicas explicadas por gente coherente que respira hondo por la nariz y hacer muchísimo, pero muchísimo ejercicio físico (no hay palabras en humano, élfico o ent para que la gente entienda esto).
Los «Malis», al igual que muchos otros perros pastores, generan endógenamente un montón de «droguita» que, bien canalizada, les hará buscar junto a sus compañeros del equipo de rescate, durante horas, a esa persona perdida en el monte pero que, acumulada y junto a una mala socialización y a una falta de tutorización familiar, puede llevarle a ser el mayor psicópata del parque.
En nuestros grupos de modificación de conducta vemos «Malis» con muchísimos problemas, casi todos relacionados con la inseguridad y la agresividad. Parece lógico, verdad? Un perro puesto de «speed» hasta las patas, inseguro y sin unos tutores coherentes que le ayuden a pasar la adolescencia… Resultado: perros que entran en secuencia de caza con bicis, motos o coches, que atacan ganado, agreden en casa o a desconocidos, tienen miedo y una ansiedad cronificada que muchas veces les llevan a las más horribles estereotipias.
Si a todos estos problemas les sumamos el enfoque generalizado de la vieja guardia del adiestramiento, que los va a catalogar como MUY DOMINAAANTES y a recetar collar de pinchos «para enseñarles quién manda», y/o los «txupietólogos» que los van a diagnosticar como HIPEREACTIVOS y a inflar a droguitas varias, el panorama no es muy esperanzador.
Para los que estéis pensando en un «Mali» como colega: el 99% no lo hagaís y el otro 1% espero que sea verdad que hacéis muchísimo deporte y que sabéis un montón de perros.
Para los que lo tengaís y estéis a tiempo, educadlo, corred y, si podéis, además de educarlo, apuntaos a un club y practicad alguna modalidad de trabajo antes de que se «aburra» y se busque un «hobby» por su cuenta.
Y por último, para todos los macarras y demás pendejos con problemas de pitilín: dejad a los «Malis» en paz, en serio, primero destrozasteis a los Pit Bulls, después a los «Rotties» y ahora a los «Malis». Sabemos que tenéis problemitas de autoestima, pero los perros no tienen por qué pagarlo.
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